10 de enero de 2013

LA EMERGENCIA DEL MODELO NO-DUAL DE COGNICIÓN I

Por E. Martínez Lozano


Los humanos no sólo usamos diferentes idiomas lingüísticos; también se dan muy distintos “idiomas culturales”, cuyas diferencias se acentúan en la medida en que se suceden las épocas históricas. Un “idioma cultural” es un filtro, un marco, a través del cual vemos la realidad. Porque nuestro acercamiento mental a lo real nunca es neutro ni inmediato, sino condicionado o mediado por aquel “idioma” que tenemos internalizado. Del mismo modo que nadie puede decir una sola palabra coherente al margen de un idioma lingüístico –incluso aunque no conozca nada de la gramática del mismo–, tampoco podemos tener un solo pensamiento al margen de un “idioma cultural”. A este último lo llamamos paradigma. De manera que todo acercamiento mental a la realidad y toda afirmación racional son deudores de un paradigma determinado. De ahí, la certeza del dicho: “No vemos las cosas como son; vemos las cosas como somos” (Anaïs Nin). Los paradigmas se suceden unos a otros en un proceso inevitable.


No sólo no tiene sentido compararlos –del mismo modo que sería absurdo pretender que una lengua fuera “mejor” que otra–, sino que es necesario aprender y ejercitar un respeto exquisito hacia los diferentes “idiomas” que hablamos las personas.
Sin embargo, hay dos cosas que parecen inevitables: por un lado, es prácticamente imposible que puedan entenderse –a nivel mental– personas que se hallan en paradigmas diferentes; por otro, es fácilmente comprensible que textos escritos en un paradigma ya superado resulten hoy insignificantes (carentes de significado) para quienes se encuentran en otro muy distinto.
Pues bien, a mi modo de ver, esto es lo que ocurre con cierto tipo de textos escritos hace cientos o miles de años, en un paradigma que podemos designar genéricamente como “premoderno”, cuando se acerca a ellos alguien que se mueve en el paradigma de la postmodernidad.
(...)

Pero hay más. En el momento histórico en el que nos encontramos –al menos, en el ámbito noroccidental–, no se ha producido sólo un cambio de paradigma, sino que parecen incubarse otros dos cambios de mucha mayor envergadura: en el “nivel de conciencia” y en el modelo de cognición.

Permitidme recurrir a una imagen que, aunque no sea muy rigurosa, facilitará captar lo que quiero decir. Si un paradigma son las “gafas” o lentes a través de las cuales miramos la realidad, el nivel de conciencia son los ojos mismos y el modelo de cognición, el cerebro. Aun siendo un poco grosera, como decía, esta imagen nos puede dar una idea del cambio en el que nos hallamos. Con toda razón se ha hablado de un “cambio de época”, de un “nuevo tiempo axial” (Jaspers) o de una “mutación cultural” (Panikkar).

Si solemos designar a los paradigmas más recientes como premoderno, moderno y postmoderno, los niveles de conciencia suelen clasificarse como arcaico, mágico, mítico, racional y transpersonal. Pero así como los primeros se modifican con cierta rapidez, estos otros tienen una duración mucho más extensa.

Por lo que se refiere a los modelos de cognición, se distinguen fundamentalmente dos: el modelo dual (mental, egoico, cartesiano) y el no-dual (transmental, transegoico). El primero opera a partir de la dualidad inicial que la mente establece: sujeto/objeto, “el que conoce” frente a “lo conocido”. Este modelo, que ha caracterizado y “dominado” todo el pensamiento occidental, desde Aristóteles, ha dado lugar –en palabras de Raimon Panikkar– a los dos mitos típicos de Occidente, dos creencias tomadas como dogmas: que la individualidad es el valor más alto y que la razón es el modo supremo de conocimiento.

Sin embargo, cada vez nos vamos haciendo más conscientes de que existe otro modo de conocer previo a la razón y no mediado por ella. Con esto, no es que se menosprecie la razón ni, mucho menos, se exalte lo irracional; sencillamente, se la reconoce en su lugar, sin absolutizarla.

No parece necesario decir que el nivel de conciencia transpersonal –en tanto en cuanto, integrándolos, trasciende la mente y el yo– resulta absolutamente convergente con el modelo no-dual de cognición, que va también más allá de la mente. Se comprende, por tanto, que ambos cambios vengan de la mano, dando a luz al que hemos llamado paradigma de la postmodernidad.

Paradigma, nivel o estadio de conciencia, modelo de cognición: he ahí las realidades que, para los creyentes, están reclamando una “traducción” de los textos sagrados y de las fórmulas litúrgicas, si queremos que unos y otras puedan ser significativos –portadores de significado y, por tanto, de sentido– para los hombres y mujeres que hablan este nuevo “idioma”, se hallan en este incipiente nivel de conciencia y empiezan a atisbar un nuevo modelo de cognición 1.



1. Sobre este “triple nivel” (paradigma – estadio de conciencia – modelo de cognición), referido al cambio religioso que estamos viviendo, remito al estudio que he hecho en dos libros anteriores: E. MARTÍNEZ LOZANO, ¿Qué Dios y qué salvación? Claves para entender el cambio religioso, Desclée De Brouwer, Bilbao 22009; y La botella en el océano. De la intolerancia religiosa a la liberación espiritual, Desclée De Brouwer, Bilbao 22009. Sobre la perspectiva transpersonal, K. WILBER, Más allá del Edén. Una visión transpersonal del desarrollo humano, Kairós, Barcelona 22001; ID, Breve historia de todas las cosas, Kairós, Barcelona 1997; ID., Sexo, ecología, espiritualidad. El alma de la evolución, Madrid, Gaia 22005; ID, Espiritualidad integral. El nuevo papel de la religión en el mundo actual, Kairós, Barcelona 2007. Sobre el modelo no-dual de cognición, J. FERRER, Espiritualidad creativa. Una visión participativa de lo transpersonal, Kairós, Barcelona 2007; y M. CAVALLÉ, La sabiduría recobrada. Filosofía como terapia, Martínez Roca, Barcelona 2006; ID., La sabiduría de la
no-dualidad. Una reflexión comparada entre Nisargadatta y Heidegger, Kairós, Barcelona 2008






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