29 de enero de 2013

INTERCULTURALIDAD


Os presento hoy una selección de textos extraídos de tres artículos que versan sobre el concepto de lo intercultural en el pensamiento de Raimon Panikkar (1918-2010), de la mano de tres autores conocedores de su amplio y profundo pensamiento: J. L. Meza, J. Pigem y V. Pérez Prieto. 

Panikkar es una autoridad internacional en espiritualidad, historia de las religiones y diálogo intercultural, cuya obra, traducida a varios idiomas, aparece en las bibliotecas de las más importantes universidades del mundo. Doctor en Filosofía (Madrid, 1946), en Química (Madrid, 1958) y en Teología (Roma, 1961), ha enseñado en las principales universidades de América, Europa y la India. Universidades de Madrid, Montreal, Varanasi, Bangalore, o en la que fue catedrático de  Filosofía Comparada de la Religión, la Universidad de California (Santa Bárbara), entre otras. Sus libros y artículos abarcan temas  concernientes a la filosofía de la ciencia, la metafísica, las religiones comparadas,  la Indología y la teología propiamente dicha. Ha sido profesor invitado de  más de 100 universidades y ha dictado conferencias en los cinco continentes, entre ellas las Gifford Lectures (1989). 
Raimon Panikkar


La propia naturaleza del hombre es cultural. No existe un ser humano acultural. No existe el solitario absoluto, un hombre totalmente separado de la humanidad. Un individuo único no es pensable sino como abstracción. Es decir, no existe ningún valor acultural que pueda servir como criterio universal y neutro en las relaciones humanas. La interculturalidad pertenece a la condición humana. “Las diferencias culturales son, por tanto, diferencias humanas y no podemos, por ello, ignorarlas ni eliminarlas al tratar los problemas humanos. Así como se debe respetar la personalidad de cada uno para que la red de las relaciones humanas no se rompa, hay que mantener flexible la urdimbre de todo lo que sea necesario para que no se desgarre el cuerpo de la humanidad”1

Ahora bien, si la cultura es constitutiva de la naturaleza humana, allí está la clave para comprender qué es el hombre. Pero, una sola cultura no basta. El encuentro entre las culturas es urgente: “Ser es estar juntos” 2. A este propósito Panikkar dice:
"Es tan vital que quizá el destino y la supervivencia de la raza humana dependa de este encuentro donde la simbiosis sea positiva y no haya un parasitismo mórbido ni mutua destrucción. Me atrevería a decir que, hoy en día todas las tradiciones de la humanidad no pueden resolver los interrogantes que el hombre hodierno se plantea. Incluso en el ámbito de la misma religión: nos estamos mordiendo la cola, vamos repitiendo las mismas cosas. El aggiornamiento sólo ya no es suficiente en ninguna de las tradiciones religiosas de la humanidad. Se necesita algo más que ponerse al día. Es una prueba de vitalidad del hecho religioso y humano que ninguna tradición sea suficiente para dar respuesta a los interrogantes que hoy tiene planteados la existencia humana, porque muchos de sus problemas ya no han salido, precisamente, de una determinada área cultural y religiosa, sino del encuentro mismo; son nuevos como problemas, y nueva también debe ser la solución." 3

La interculturalidad supone un encuentro entre tradiciones, y tal encuentro es purificador. "Purificador, en primer lugar, porque es una experiencia que nos hace ver la riqueza y la profundidad inagotable del hombre, porque nos dice que, además, ni todas las respuestas, ni tampoco las preguntas, agotan el misterio humano. Nos purifica porque nos humilla, porque nos permite darnos cuenta de lo que pretendíamos creyendo que si ahondábamos un poco más en la propia tradición encontraríamos toda la riqueza del ser humano como si nuestra cultura o religión tuviera el monopolio. Nos purifica porque nos hace ver que el ser humano no se agota en ninguna tradición religiosa o cultural. Este encuentro purifica, además, la religión misma del polvo del pasado, de la rémora que tantas veces la ha acompañado. Nos purifica también del concepto mismo de religión, una de las primeras cosas que suele cuestionarse." 4

Tratar de llegar a acuerdos partiendo de la ortodoxia, no es más que un desgaste de energía y el peligro de un alejamiento mayor entre las religiones y las culturas. Las doctrinas, a pesar de sus innegables semejanzas, están lejos las unas de las otras; sin embargo, tienen la misma aspiración, apuntan hacia la misma meta. Asimismo “parten de la misma situación antropológica. Ambas hallan el mismo ser humano imperfecto y vulnerable, luchando por hallar su plenitud y perfección” 5. Aquí está la clave para comprender cómo la praxis puede ser el pretexto para el encuentro cultural y religioso.

Finalmente, y volviendo al principio, la interculturalidad y el pluralismo religioso han de ser vistos en su noble intención yendo más allá de una tendencia esnobista que se “fascina” por lo extraño que pudiera parecerle el otro y asimila acríticamente formas de pensar, de sentir y de actuar. Nada más lejos de la interculturalidad y el pluralismo que el “amalgamiento cultural” y el “sincretismo religioso” porque en ambas subyace un monismo que conlleva la muerte de las culturas y de las religiones que entran en juego.


Extractos del artículo de José Luis Meza Rueda: 
Interculturalidad y pluralismo religioso. Una aproximación desde el pensamiento de Raimon Panikkar
XII Congreso Latinoamericano sobre Religión y Etnicidad: Cambios culturales, conflictos y transformaciones sociales.
ALER – Bogotá – Julio 7-11 de 2008


1 Panikkar, Raimon. Paz e interculturalidad, 16.
2 Panikkar, Raimon. El espíritu de la política. Homo politicus. Barcelona: Península, 1999, 133.
3 Panikkar, Raimon. La nueva inocencia. Pamplona: EVD, 1999, 354.
4 Panikkar, Raimon. La nueva inocencia, 355.
5 Panikkar, Raimon. El Cristo desconocido del Hinduísmo, 31.



Panikkar considera que «el diálogo entre culturas y religiones es imperativo para afrontar los retos de nuestro tiempo» 1, pues «para resolver los problemas humanos hoy ninguna cultura, religión, ideología o tradición es autosuficiente» 2. Necesitamos una «fecundación recíproca de las culturas»,3, en la cual las diferentes culturas puedan escucharse y aprender unas de otras, sobre todo en relación a cómo ven la situación del mundo actual.

Ahora bien, el hecho de que las culturas contemporáneas no se encuentran en un mismo plano dificulta ese proceso de interfecundación. La cultura dominante (surgida del Occidente moderno) tiene «un feroz complejo de superioridad», mientras que el resto de las culturas (con alguna posible excepción, como la cultura bengalí) tienen «un criptocomplejo de inferioridad»4. Una de las causas de ello es el hecho de que la ciencia y la tecnología modernas se expanden por doquier, imponiendo, a la vez, sus presupuestos (propios del Occidente moderno, huelga decir): «uno de los responsables de este complejo de inferioridad, de este virus que está corroyendo por dentro a una inmensa mayoría de las culturas que todavía están vivas, es la ciencia moderna» 5.

Panikkar recoge nueve tesis sobre interculturalidad en lo que llama su «novenario intercultural»6:
Primera, que cada cultura nos abre a una nueva realidad, a un nuevo universo. «Cada cultura vive y crea su universo». Segunda, que la cultura no es un objeto, ni tan siquiera de conocimiento, sino «el mito englobante» que da sentido a cualquier tipo de conocimiento. Tercera, que creer que los valores de la propia cultura son universales es «la esencia del colonialismo». Cuarta, que lo que es propio de una cultura no puede reducirse a formas secundarias, a folclore. Quinta, que la interculturalidad no es posible desde una sola cultura, ha de ser un diálogo en dos direcciones, y requiere «ha presencia, la inquietud, la molestia, la amenaza del otro, el compañerísmo, el amor, la ayuda, la colaboración, las dificultades del otro». Sexta, que tampoco hay un punto de referencia exterior a las culturas desde el cual pudiéramos evaluarías; siempre dependemos del lenguaje y de los criterios de verdad de una u otra cultura. Séptima, que a pesar de los problemas comunes en el mundo de hoy, los distintos contextos culturales no permiten aplicarles soluciones comunes. Octava, que es necesario superar el deslumbramiento que la cultura dominante produce en las otras. Y finalmente, novena, que no hay «una alternativa» a la situación actual, pero «lo que si hay son alternativas: pluralismo otra vez».
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Extractos del artículo de Jordi Pigem: 
Interculturalidad, pluralismo radical y armonía invisible
Ilu, Revista de Ciencias de las Religiones 2001. Samadhanam, pp—117-131


​1 “A Draft ofHuman Concem”, Icis Foran:, 20,3 (l99O) p. 56.
2 II daimón della política, Bologx3a, 1995, p. 95.
3 Idem, p. 93.
4 “La diversidad como presupuesto para la armonía entre los pueblos”, op. cii. p..
5 Idem, cf 93/13, p. 22.
6 La diversidad como presupuesto para la armonía entre los pueblos”, op. cii., pp, 19s.



El ecumenismo, la interculturalidad del pensamiento y la interreligiosidad están hoy más presentes que nunca en nuestro mundo. En parte porque en la aldea global del siglo XXI se ha manifestado claramente como es imposible ya un pensamiento y una religión única, que quiera imponerse como la única válida; una realidad, por otra parte, presente continuamente en toda la historia, pero no aceptada por los imperialismos religiosos y culturales de turno, particularmente por el cristianismo. La realidad plural de las culturas y las religiones, ahora inevitablemente relacionadas e incluso mezcladas, impone una interculturalidad y una interreligiosidad sólo cuestionada por fundamentalismos intolerantes, cada vez más aislados, aunque metan mucho ruido y hagan mucho daño. Pero también porque la fuerza de la historia ha ido llevando a personas y colectivos desde la exclusión de la diferencia a la inclusión, haciéndose cada vez más conscientes de que la Verdad no es poseída por nadie, y que sólo cabe un acercamiento limitado y plural a ella. “Tu verdad, no, la Verdad, y ven conmigo a buscar, la tuya guárdatela”, escribió genialmente Antonio Machado. En realidad, la Verdad, además de que no es posible que sea totalmente poseída por nadie, es polifónica; he aquí su inmensa riqueza. Esta Verdad sólo puede ser poseída parcialmente, como verdades limitadas; por eso, en el mundo de las religiones, coma en el de las culturas, lo único realmente válido es una armonía invisible, pues ni es posible ni deseable una cultura universal ni una religión universal; ni siquiera una teoría universal de la religión que busque alcanzar una síntesis global de todas las religiones, una especie de estéril y empobrecedor esperanto ecuménico.

Panikkar manifestaba así su convicción hace ya veinte años:
“El ecumenismo ecuménico no comporta uniformidad de opiniones, sino que significa armonía de corazones despiertos... El objetivo es una mejor comprensión, un criticismo correctivo y una mejor fecundación entre las tradiciones religiosas del mundo sin diluir sus respectivas herencias o prejuzgar sus eventuales diferencias irreductibles”1.

En su obra fundamental a este respecto, en un capítulo con el expresivo título de “La retórica del diálogo [ecuménico]”, tras hablar de algunas respuestas que se han venido dando sobre la relación entre el cristianismo y las demás religiones (exclusivismo, inclusivismo y paralelismo) manifiesta así su visión de una relación de éstas, en la que la interdepen- dencia no supone perder la propia identidad:

“Si nos damos cuenta de que la religiosidad de nuestro vecino no representa solamente un desafío, sino que puede también enriquecer la nuestra; y que, a fin de cuentas, la diferencia que las separan se sitúa potencialmente en el interior de nuestras convicciones; comenzamos a aceptar la idea de que la otra religión puede ser complementaria a la nuestra; llegamos incluso a admitir que, en casos particulares, la otra religión puede suplir a nuestras creencias, a condición de que nuestra religiosidad quede conjuntamente indivisible”2.

En suma, para Panikkar la relación entre las distintas religiones debe ser a imagen de la perichôrêsis trinitaria divina:

“Las religiones no existen más que en relación la una con la otra... En una palabra, la relación entre las religiones no puede derivar del exclusivismo (la mía es suficiente), ni del inclusivismo (la mía abraza e incluye a todas las otras), ni del paralelismo (aunque de un modo independiente, tendemos las unas y las otras hacia un mismo fin). La relación entre las religiones deriva de una perichôrêsis sui generis o circumincessio; es decir, de una interpenetración recíproca que no cuestiona la particularidad propia de cada religión”3.


Extracto del artículo de Victorino Pérez Prieto:
El pensamiento total y la teología ecuménica de Raimon Panikkar 
Iglesia Viva Nª 237, enero-marzo. 2009 pp. 111-120


1 “Ecumenismo ecuménico”, art. de 1988 en La nueva inocencia, Verbo Divino, Estella 1993, 325.
2 R.Panikkar, Il dialogo intrareligioso, Cittadella, Assisi 1988, 35.


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